Es común escuchar que los Organilleros somos patrimonio cultural de la Ciudad de México. En alguna entrevista o en algún comentario se ha ocurrido decir que lo somos. Suena muy bonito y pomposo y hasta da cierta categoría decirlo. ¿Pero en realidad que es un patrimonio cultural y para que sirve? En este texto me propongo platicar eso: que es y para que sirve. Primero para responder estas pregunta hay que regresar al siglo pasado, a la Segunda Guerra Mundial.
Durante los enfrentamientos de la segunda guerra mundial. (1939-1945) muchos monumentos históricos fueron destruidos en Europa y obras artísticas fueron robadas. Justo al terminar la guerra los países vencedores crearon la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el mandato específico de “mantener la paz y seguridad internacionales”. Acompañada de la ONU nació la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida como la Unesco. Esta ya veterana organización en sus 76 años de vida a existido para definir como se “maneja” y como se define la cultura en los países.
El diablo está en los detalles y no es menor tener claridad al usar las palabras. En una reunión de la Unesco (1972) se estableció que: “ciertos lugares de la Tierra tienen un valor universal excepcional y pertenecen al patrimonio común de la humanidad, como la selva de Serengueti en el África oriental, las pirámides de Egipto, etc”. La Unesco ve al patrimonio cultural como una colección de monumentos y objetos.
Los organilleros no somos monumentos ni objetos, estamos vivos. Subsanando lo estrecha de la definición en la convención de la Unesco de 2003 se definió lo que ahora se conoce patrimonio cultural inmaterial: los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, junto con sus instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que le son inherentes. Este concepto patrimonio cultural inmaterial es el que ha permitido a diversas expresiones culturales al rededor del mundo ser declaradas y protegidas.
Declaradas y protegidas. En teoría para eso sirven las listas del patrimonio cultural y patrimonio cultural inmaterial. En los países – como México – cada año se hacen listas de las expresiones culturales y sus características. Al cumplir algunos requisitos son declaradas (reconocidas por los gobiernos y la Unesco) y a partir de eso los gobiernos están obligados a protegerlas. Es decir, ser patrimonio cultural inmaterial no sirve para platicarlo en las entrevistas, sirve para buscar mecanismos de protección del oficio.
En marzo del 2014 fue presentada ante el pleno de la VI legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal una propuesta de punto de cuerdo y en julio del 2019 al Congreso de la Ciudad de México propuestas para: “ que se realicen las acciones necesarias, a fin de que se evalúe la pertinencia de considerar a los organilleros como patrimonio cultural de nuestra capital”. Dejando de lado la imprecisión del termino, ambos intentos quedaron en lo que llaman la congeladora. Es decir, no pasó nada. Bueno, lo que si pasó es que los políticos se sacaron la foto con los organilleros y salieron en el periódico. Usted saque sus conclusiones.
Existen en el mundo casos de éxito donde la declaratoria de patrimonio cultural inmanterial ha generado cambios positivos en las comunidades de cultores. Tal vez en México los organilleros no estamos tan lejos de lograr una declaratoria de protección que resulte en beneficios para los organilleros y las organilleros que trabajamos en las calles de esta ciudad. Y que realmente seamos patrimonio, no para decirlo sin ningún sustento o conocimiento, sino para sea el resultado de nuestra tradición.
Victor Maya – Organillero – 20/09/21